Año 2030, todavía no nos han dominado las máquinas a pesar del avance en robótica experimentado en los últimos 20 años. En robótica y en telecomunicaciones: un robot te puede freír un huevo en la otra punta del mundo y, ¡magia!, por la pantalla te llegan los olores. Absolutamente todo está al alcance de un click. En una sociedad de megaconsumo lo que prima es facilitar a la población o consumidores (mejor dicho) cualquier acción que suponga gastar unos Bitcoins, el dinero en papel ha desaparecido y finalmente nos hemos unificado económicamente con las grandes potencias mundiales, aunque cada país guarda su jurisprudencia.
En materia de educación no iba a ser menos, España guarda su jurisprudencia y gracias a sus inversiones en educación se ha podido garantizar en cada clase un ordenador por alumno... O eso dicen. Son unas máquinas que datan de 2004, funcionan con Windows Vista y son lentísimas (¡gracias por esas inversiones tercermundistas!). Por si fuese poco, las aulas, con las excusa del ordenador y la independencia que le dan al alumnado, se han sobrepoblado todavía más: 60 alumnos por aula de diferentes cursos. Esto funciona así de fácil: el alumno ficha a la entrada del centro y debe cumplir unos objetivos o tareas cada día, cuando los termine puede salir, no antes; las aulas se han convertido en salas sin pizarras, provistas de 60 mesas y 60 sillas con sus respectivos enchufes, donde el profesor hace de guardia para que todo funcione correctamente. Pues esa es nuestra tarea de profesores bien entendidos en inglés e informática, si un ordenador se cuelga, ahí estamos nosotros para solucionarlo.
Claro que no os quiero asustar, esto es lo que ocurre en la educación pública. En la privada trabajan en consonancia con las empresas más importantes del país a nivel internacional, que les sufragan económicamente proyectos, estudios e intercambios. Es casualidad que sea en los centros donde estudian sus hijos y la gente de poder, el resto del alumnado de las públicas se conforma con los mismos Pechacucha que tienen colgados en las Webquests de año en año. No hay exámenes pero sí mucho que evaluar, ellos se autoevalúan y luego la maquinita del 2004 lo hace por ellos, así, con suerte, llegarán a la Universidad los que no aborrezcan este sistema.
Estos son los resultados del raterío de los políticos, de las mafias sustentadas en el congreso y las redes de clientelismo. Lo siguiente que se van a cargar es la sanidad...
¡Nos ha cagado la gaviota!
Carla Pastor Sanvictorino
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