miércoles, 25 de abril de 2018

Práctica 5: reseña de Caperucita en Manhattan: empatizar con Sara




Una de las sensaciones contra las que los adolescentes se ven obligados a luchar en determinados momentos es la del aburrimiento. Y lo pueden intentar hacer por diferentes medios.

Se lo podemos preguntar a Sara Allen, la protagonista de Caperucita en Manhattan, para quien la monotonía de su casa y de la rutina familiar resulta exasperante. Y más siendo conocedora y amante de los libros de aventuras, donde los protagonistas realizan viajes maravillosos, conocen a gente impresionante y se encuentran con sorpresas emocionantes.

Así es como precisamente Sara supera su aburrimiento: leyendo historias de ficción. Pero esto no es suficiente, los libros de aventuras le han hecho comprender que el mundo está lleno de posibilidades y experiencias. Le han hecho expandir las alas de su imaginación. Y ya es hora de estrenarlas: salir al mundo y vivir sus propias aventuras.

Es justo lo que hace cuando decide escaparse y recorrer las calles de Manhattan para ir a visitar a su abuela. Rompe las cadenas de control a las que sus padres la han aferrado, extiende sus alas y echa a volar con libertad.

Es una situación con la que puede empatizar dodo adolescente, especialmente los de los primeros cursos del primer ciclo de la ESO. Todo adolescente necesita sentir que tiene la libertad para vivir sus propias aventuras, y que realmente merecen la pena experimentarlas, porque, igual que en los grandes clásicos de aventuras, el mundo está lleno de situaciones fantásticas.

Por ello creo que el joven lector se enganchará a esta obra y saboreará sus mensajes: porque, además de ser una historia ágil de lectura (aunque con descripciones que la ralentizan, pero enriquecen), se verá fácilmente reflejado en la vida de Sara y su afán por vivir momentos de magia.

Y con esta empatía que atrapa al joven lector, entre otros procesos que tienen lugar durante la lectura, llega el aprendizaje vicario. El personaje simbólico de Sara se convierte en un modelo que le va a enseñar: su primera experiencia de autonomía respecto a su familia, su forma de ver y de vivir el mundo y parte de la conformación de su identidad personal.

Creo que es bueno que los jóvenes lectores se sientan identificados con Sara (y, como venimos diciendo, fácilmente lo harán), ya que a través de ella observarán el mundo con afán de superación, de aventura, con una mirada crítica, con la capacidad, incluso, de poner en cuestión valores rígidos como los que representa su madre. A través de Sara podrán dar un paso más en la creación de su identidad personal.

Dentro de este proceso de aprendizaje, la lectura forma un pilar esencial. Para Sara las lecturas que realiza son fuente de felicidad, a través de ellas se siente realizada, alimentan su espíritu y su imaginación. Los jóvenes lectores que empaticen con Sara se impregnarán de este gusto por la lectura: de alguna manera, tomarán conciencia de sus múltiples utilidades, superación del aburrimiento, apertura de la imaginación, conocimiento de nuevas y emocionantes situaciones y experiencias.

Crecimiento personal, conformación de identidad, placer por la lectura, enriquecimiento espiritual, conocimiento de peculiares personajes, aventuras y experiencias únicas, desarrollo de la imaginación. Todo esto representa el personaje de Sara, de todo esto se enriquecerán los jóvenes lectores que tengan la suerte de ver en ella una acompañante que les guíe, por unos días, por su mundo.






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