Propongo
el debate en el aula como actividad de desarrollo del habla y la escucha. No es
esta, a mi parecer, una actividad especialmente innovadora, pero creo resulta
notablemente efectiva, y que quizás no se plantea tanto como se debería.
¿Debate
sobre qué? Los estudios neurocientíficos de los últimos años nos lo confirman:
las emociones son la llave de paso hacia la razón, y por tanto hacia el
aprendizaje. Si hay una conexión emocional positiva con los contenidos que se
trabajan en el aula, las posibilidades del aprendizaje son mayores. En este
sentido, se trata de buscar en el aula los elementos que mejor puedan conectar
emocionalmente con el alumno para aprovecharlas y desarrollar estas
competencias lingüísticas.
Expondré,
a modo de ejemplo de debate en el aula, una experiencia que he observado
durante mi periodo de prácticas. En el aula de 1º de ESO, la profesora estaba
trabajando algunos ejercicios de sintaxis con los alumnos. Los alumnos, algunos
de ellos desganados y desconectados del hilo de la clase, realizaron un
ejercicio escrito. Para su corrección, la profesora mandó que cada alumno
cogiese los ejercicios de otro compañero, al azar. Una vez corregido, cada
alumno devolvió la hoja con los ejercicios corregidos a su propietario.
Uno
de los alumnos se levantó para quejarse a la profesora de que la compañera le
había corregido mal los ejercicios (indignado por la penalización en la nota
que conllevaría). La profesora se lo comunicó a la alumna aludida, la cual negó
su posible negligencia o mala intención. El alumno insistió en el error.
Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder al relato del otro.
¿Cómo
reaccionar ante esta situación de conflicto? La profesora planteó diversas
opciones al aula: “¿penalizo a uno, a otro, a los dos o a ninguno? ¿Con qué
criterios?”. Dicho esto, comunicó a la clase “bien, vamos a hacer igual que se
hace en los juicios”: la supuesta víctima realizó la acusación, la acusada tuvo
la posibilidad de defenderse, cada uno de estos dos actores nombró a un testigo
que habló en su favor. El resto de los alumnos de la clase tuvo la ocasión de
intervenir también exponiendo argumentos a favor, en contra y posibles
veredictos.
Si
durante los ejercicios de sintaxis muchos de los alumnos se mostraban abúlicos
y distraídos, este conflicto sirvió para atraer su atención y participación en
un cálido debate. Casi ningún alumno quiso desaprovechar su oportunidad para
exponer su punto de vista al respecto e intentar resolver el conflicto. Todos
ellos, escuchando argumentos y versiones del resto. Y dedicando esfuerzos
cognitivos e intelectuales para expresarse de la mejor de las maneras con el
objetivo de convencer a la profesora y al resto de compañeros.
Hubo
una alumna, incluso, que durante los breves minutos que duró la discusión
(aproximadamente 20), utilizó su tablet para encontrar una teoría psicológica
que venía a reafirmar su tesis (que era que la compañera había cometido una
negligencia). La alumna leyó, con la alegría de haber encontrado un argumento potente
y la expresividad necesaria para darla a entender de buena manera, un párrafo
que, expresado en términos bastante técnicos (más de lo que se esperaría en un
aula de 1º de ESO) pero comprensibles, respaldaba de forma muy razonable su
tesis.
Este
conflicto sobrevenido, que derivó en un cálido pero ordenado debate en abierto,
desde mi punto de vista sirvió para muchas cosas, entre ellas, para desarrollar
sus competencias de habla y escucha.
Con
este ejemplo quiero demostrar que, cuando los alumnos tienen algo que decir y
algo que escuchar (algo que les emociona y a lo que ellos creen que pueden
aportar su punto de vista) lo hacen dedicando todos sus recursos intelectuales
en ello, incrementando, así, las competencias de habla y de escucha. Lo
importante es facilitar la posibilidad para que lo puedan hacer.
¿Posibles
inconvenientes en un cálido debate? Que haya alumnos que, emocionados por el
tema, pretendan hablar sin orden ni respeto. Por ello, antes de comenzar un
debate en clase, es conveniente asentar las bases organizativas y de respeto
hacia los compañeros y hacia las diferentes sensibilidades.
Para
realizar un debate de manera correcta, los alumnos deben haber obtenido
información antes sobre el tema que se va a tratar, para que puedan defender su
posición al respecto con criterio.
Para
completar la actividad, conviene que se extraigan algunas conclusiones finales
o se enfatice en la idea de que la sociedad es diversa y que por ello mismo hay
diversas opiniones. Por otro lado, cabe destacar que las TIC pueden enriquecer
el debate de numerosas maneras: se pueden encontrar recursos de todo tipo
(vídeos, artículos, webs, viñetas, memes…) para introducir, desenvolver o
concluir el debate.